martes, 9 de noviembre de 2010

Conservación de la naturaleza. Las áreas protegidas

Para conservar algunos ambientes, evitar la perturbación irreversible de ciertos ecosistemas y fomentar el uso sustentable de los recursos naturales, se definen áreas donde se implementan diferentes políticas que regulan y/o restringen las actividades humanas.

¿Qué son las áreas silvestres? ¿Cuáles son los criterios para crear áreas protegidas? ¿Qué son las reservas de biosfera? En este artículo encontrarán algunas respuestas.

Las áreas silvestres

Usualmente, el concepto de área silvestre nos hace pensar en el medio natural, en el que incluiríamos zonas vírgenes, áreas con transformaciones humanas mínimas y sectores productivamente marginales, tales como selvas, praderas, humedales, entre otros. No obstante, muchas de estas áreas aparentemente vírgenes son sólo fragmentos de lo que en otro momento fueron e, incluso, no quedan excluidas de procesos globales, como la contaminación y el cambio climático. Es decir, actualmente casi no existen ambientes totalmente intocados; y esto nos permite cuestionar el carácter natural o virgen de las áreas silvestres.

Las áreas silvestres son uno de los principales objetos de las políticas de conservación de la naturaleza. Ahora bien, en el contexto de las necesidades sociales y las actividades humanas actuales, las propuestas de conservación de dichas áreas deberían centrarse en las formas de relación entre la sociedad y la naturaleza más que en proteger algún componente específico del medio natural (una especie en peligro, por ejemplo). Esto es: la conservación de las áreas silvestres no debe implementarse recurriendo a acciones aisladas y externas a los procesos sociales.

La conclusión parece inevitable. Sin embargo, las políticas de conservación no siempre se han manejado con ese criterio. A lo largo de la historia, las posturas han sido diferentes.

¿Preservar o conservar?

En el siglo pasado, el preservacionismo predominaba entre las formas de conservación de la naturaleza. Este predominio respondía al interés de ciertos sectores de la sociedad europea y estadounidense por resguardar, para su propio disfrute, determinados paisajes monumentales (el Parque Nacional Yellowstone, por ejemplo), percibidos como naturaleza libre de intervenciones humanas. Coincidiendo con esta tendencia, vigente hasta fines de la década del 70 y también presente en la Argentina, se crearon parques nacionales y reservas estrictamente protegidos que excluían los asentamientos y actividades humanas.

Entre los años 20 y 30, se incorporaron ideas científicas al campo de la conservación, gracias al aporte de la ecología, que destacó la importancia de mantener los procesos naturales de los ecosistemas. Estas ideas permitieron convertir en áreas protegidas otros sitios no monumentales, como las costas y los humedales.

Más recientemente, las políticas de conservación se han centrado en el problema de mantener los recursos naturales para permitir el bienestar de la sociedad, tanto el de las generaciones presentes como el de las futuras. Para ello, se ha incorporado el concepto de "desarrollo sustentable" que, a diferencia de la postura preservacionista, subraya que es necesario conservar el paisaje y, al mismo tiempo, permitir un uso racional de los recursos naturales.

Bajo este espíritu, que involucra la participación activa de la sociedad en la conservación de los recursos, han sido concebidas las reservas de biosfera del Programa sobre el Hombre y la Biosfera (MAB) de la Unesco. Éstas constituyen un tipo especial de área protegida.

¿Qué significa conservar?

Las áreas protegidas son los ámbitos en donde se implementan las políticas de conservación.

La conservación de estas áreas implica respetar los procesos ecológicos, evitando que las actividades humanas los impidan o modifiquen, ya que varios ecosistemas o especies no sobrevivirían en las condiciones actuales sin protección estricta.

Conservar no significa evitar cualquier alteración en los ambientes y ecosistemas. De hecho, desde el punto de vista ecológico, los ecosistemas no se encuentran libres de cambios, ya que muestran un comportamiento más o menos regular de perturbación-regeneración. Dicho comportamiento se debe, generalmente, a causas periódicas o recurrentes (pulsos de incendios, inundaciones, sequías, eventos geológicos, etc.). En este contexto, las modificaciones humanas no interrumpen situaciones de equilibrio sino que se integran alterando el régimen de perturbación ecosistémica.

Las políticas de conservación toman en cuenta los usos del suelo (agrícola, turístico, urbano, etc.). Por eso, en muchos lugares, las áreas protegidas se planifican considerando las actividades económicas. En algunos casos, se promueve que los diferentes actores involucrados acuerden las acciones que deben encarar para conservar los recursos naturales de los que hacen uso. Para esto, es deseable que vean claramente los beneficios de realizar estas acciones.

Actualmente, conservar significa manejar el medio natural para alcanzar objetivos preestablecidos, que pueden ser ecológicos, sociales, económicos, científicos o culturales. El manejo de un área protegida comprende una propuesta de acciones y el empleo de herramientas para obtener como resultado el mejor aprovechamiento y la permanencia de los recursos naturales.

¿Qué es un área natural protegida?

Un área natural protegida es un territorio de características naturales o seminaturales, comprendido dentro de ciertos límites bien definidos, que es sometido a un manejo de sus recursos para lograr objetivos establecidos. Un área natural protegida puede pertenecer a la nación o a un organismo público provincial, pero también puede ser de propiedad privada, y ser manejada de acuerdo con normas fijadas por autoridades estatales.

Habitualmente se priorizan, por lo menos, cinco motivos ecológicos para la creación de áreas protegidas:

  • La preservación de grandes ecosistemas que garanticen que los procesos ecológicos continúen brindando servicios ambientales.
  • La preservación de la biodiversidad, que implica la creación de reservas en áreas con una alta riqueza de especies o en áreas con alto grado de endemismo (con especies que son propias de una región determinada) y en otros ambientes de características únicas.
  • La protección de especies carismáticas; es decir, especies que poseen atractivos especiales, como su belleza y que, en general, son grandes y visibles. Esta motivación posibilita el cuidado de otras especies que comparten el hábitat, pero que, como son menos vistosas, no constituyen un recurso con valor estético ni son objeto de políticas de conservación. De esta manera, muchas especies quedan protegidas bajo el "paraguas" de la especie de interés.
  • La protección de paisajes de alto valor escénico, independientemente de su contenido en términos de biodiversidad.
  • La compensación del impacto producido por un proyecto. Es decir, se destina a área protegida una superficie igual o mayor a la impactada del mismo tipo de hábitat, con una calidad ambiental similar. Este motivo sirve para contrarrestar la pérdida de sitios que si bien no poseen los cuatro atributos antes mencionados cumplen funciones ecológicas de importancia.